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La primera oportunidad… la primera impresión

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Hermanos queridos en la fe, esta es la primera oportunidad que tengo para dirigirme a ustedes desde este boletín informativo. Junto a mi esposa Varinia, nos hemos sentido muy acogidos por diversos grupos de personas, desde los que trabajan día a día tanto en la iglesia como en el cementerio, hasta los hermanos en la fe, que cotidianamente nos topamos en alguna actividad de la iglesia o en el Culto dominical.

Si me preguntaran hoy, como primera impresión ¿Cómo es la comunidad luterana de Osorno? Yo respondería sin miedo a equivocarme: ¡¡muy acogedora!!

Qué importante son, entonces, las oportunidades que nos da el Señor para hospedar, el ser hospitalario con toda criatura hecha por Dios.

El Señor por medio del puño y letra del apóstol Pedro nos dice: “Sean hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones” 1 Pedro 4:9. La palabra original que se ocupa en la biblia para el término hospitalidad es “philoxenon” que en griego significa el poder disfrutar de la relación entre el anfitrión y el huésped. Que hermoso mandato del Señor para nosotros, el sentir placer de dar y recibir teniendo la esperanza de que Dios mismo está en medio de esa relación de hospitalidad.

Pero, qué hermoso y qué difícil a la vez. La segunda parte de esta pequeña cita bíblica nos dice que seamos hospitalarios pero “sin murmuraciones”. O sea Dios nos llama a ser hospitalarios sin “PEROS”. Sin esperar algo a cambio, sin expectativas, o sea ser hospitalarios y punto.

Cuando un pastor llega a una comunidad nueva, las observaciones que escucha de los miembros de esa comunidad es: “esperamos ser más”, “que la comunidad crezca”. Ahora, Dios nos da la primera receta para que las personas nuevas vengan a la Iglesia y se queden; seamos hospitalarios y sin murmuraciones, desde la primera oportunidad, porque esa es la primera impresión. En las primeras comunidades cristianas, las personas se sentían atraídos a ser parte de la iglesia, porque en ella se compartía, se reía, se oraba, se abrazaban y se pasaban las alegrías y las pena en comunidad. Estas personas que se sentían atraídos por el cristianismo primitivo veían consecuencia entre lo que creían y hacían. Se hablaba de un Dios de amor y se recibía con amor.

Esto no solo en el templo, sino como embajadores de la iglesia en todo lugar. Es por esto que les dejo estas preguntas: ¿Cuál es la primera impresión que damos como cristianos en nuestro contexto? ¿Qué contagiamos?. La impresión que demos y lo que contagiemos será la imagen de Dios que se lleven de nosotros.

Queridos hermanos, que Dios nos ayude a seguir sus mandatos, renunciando a lo que no es su voluntad, a nuestras pasiones y prejuicios, para recibir a toda persona con hospitalidad intencional, disfrutar de ese momento teniendo presente que Dios está en medio de eso.

Quedo en oración para que nuestra comunidad día a día se construya desde el amor de Dios para nosotros y para los demás. (con los que trabajan día a día en la Iglesia, en el cementerio, con los hermanos en la fe, con los que se parecen a nosotros y los que no tanto, etc.)

 

Dios les bendiga

 

Vuestro Pastor

Miguel Ángel Núñez

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